¿Tienen las personas vegetarianas más riesgo de ictus que las no vegetarianas? Dado que la inmensa mayoría de la literatura científica, especialmente los estudios más relevantes, coinciden en que la población vegetariana tiene una mejor salud cardiovascular y menos factores de riesgo a la hora de sufrir patologías relacionadas, la respuesta más coherente sería decir que no.
Al menos hasta que en 2019, una nueva publicación del EPIC-Oxford, que es uno de los trabajos epidemiológicos más relevantes, sino el que más, en tema de dieta y comorbilidades hizo las delicias de la prensa y les allanó el camino para entregarse a informar muy alarmados, de que las personas vegetarianas tienen mayor riesgo de ictus que el resto de la población. En ese momento, casi todos los medios se hicieron eco de ese estudio, con titulares similares.
Antes de seguir comentando ese interesante trabajo, vamos a ponernos en situación:
¿Qué es un ictus?
Un ictus es un accidente cardiovascular que ocurre en el cerebro cuando alguna parte de ese órgano deja de recibir flujo sanguíneo. Esto puede suceder porque un coágulo tapona un vaso no dejando pasar la sangre, o también por la rotura de un vaso sanguíneo (lo conocemos también coloquialmente como “derrame cerebral”).
La gravedad y las consecuencias dependerán mucho de la zona del cerebro afectada; de la rapidez y efectividad del tratamiento y de la virulencia del evento en sí. Hay ictus que se resuelven sin dejar secuela alguna, otros que dejan graves secuelas y otros que acaban en fallecimiento.
Son factores de riesgo para el ictus la hipertensión, la edad avanzada, el tabaquismo, la diabetes, la dislipemia, la enfermedad cardíaca, la aterosclerosis y los antecedentes familiares. Es decir, está muy relacionado con la salud cardiovascular general.
Ictus y población vegetariana: todo cambió en 2019
Sigamos hablando de aquel trabajo del EPIC-Oxford: el estudio observaba el riesgo de isquemia cardiaca e ictus en consumidores de carne (meat eaters), consumidores de pescado (fish eaters) y vegetarianos. Y aunque la prensa compartió el estudio usando titulares que insistían en el «mayor riesgo de ictus» de los vegetarianos, no hicieron alusión ninguna al riesgo un 22% mayor que tenían los consumidores de carne de padecer enfermedad coronaria, según el mismo trabajo.
El mismo equipo investigador que firmaba el estudio, explicaba no tener establecida la causa de este resultado. Apuntaron a tasas más bajas de colesterol LDL, o a otros nutrientes (B12, omega 3… más adelante os hablaré de investigaciones recientes que apuntan a esas causas) como posibles factores relacionados, pero sin una causalidad clara. Y afirmaron que se necesitaban más estudios y realizados en otras poblaciones para poder sacar mejores conclusiones. Y se hicieron.
Ningún titular hizo gala de la misma prudencia que el equipo investigador.
Sobre como se enfocó ese y otros estudios que tienen que ver con población vegetariana en la prensa, y de la desigual barra de medir que se sigue usando para hacer titulares, podéis leer aquí. Y aunque ese sea un artículo de hace cinco años, sigue pasando. No hace ni unas pocas semanas que podíamos volver a leer titulares donde se vinculaba a la alimentación vegana de la triste muerte de un bebé al que su padre pretendió alimentar a base de luz solar. Como si el veganismo tuviera algo que ver con semejante disparate.
Pero volvamos al tema de hoy: tras la publicación del trabajo del EPIC-Oxford comentado, el interés en el riesgo de ictus en población vegetariana parece que aumentó, porque en los años posteriores se publicaron muchos más estudios relacionados con el tema. Vamos a echarles un vistazo por años, porque los trabajos más recientes se apoyan en los anteriores y así seguiremos mejor el hilo:
En 2021:
En 2021, un estudio epidemiológico con una muestra representativa (más de cien mil personas) concluye que la dieta vegetariana saludable se relaciona con un menor riesgo de ictus, y que la dieta vegetariana sin más, presenta el mismo riesgo que la dieta no vegetariana. También se publicó una revisión de la literatura científica hasta la fecha sobre alimentación e ictus que concluyó que los estudios observacionales revisados demostraron los beneficios en cuanto a morbilidad y mortalidad por ictus de seguir una dieta vegetariana, sobre todo si esta es saludable.
También este año se publica un metaanálisis que evalúa específicamente el riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular entre los vegetarianos en comparación con los no vegetarianos. Incluyó a 29.705 vegetarianos y 627.728 no vegetarianos, con un total de 408 casos de ictus entre vegetarianos y 13.026 casos de ictus entre no vegetarianos. El equipo investigador sugiere que la asociación entre las dietas vegetarianas y la incidencia de accidentes cerebrovasculares es inconsistente, y que estudios anteriores han arrojado resultados contradictorios.
En septiembre del mismo año, un metanálisis con una muestra de 131.869 sujetos que revisa 8 estudios anteriores, entre ellos el EPIC-Oxford (pero el paper de 2009, no el de 2019) y nos cuenta que no existe diferencia significativa en el riesgo de mortalidad por todas las causas o de mortalidad cerebrovascular entre las dietas vegetarianas y no vegetarianas, pero si presentan menos riesgo de mortalidad por patología cardíaca isquémica.
En 2022:
Entramos en 2022 con un trabajo español, que, aunque no se centra en el ictus sino en la mortalidad por todos los eventos cardiovasculares, nos parece interesante reseñar por la población que examina que es la que más nos toca de cerca. El estudio investigó las asociaciones entre un índice de dieta saludable basada en plantas (hPDI) y un índice de dieta basada en plantas no saludables (uPDI) con la mortalidad por todas las causas y por enfermedades cardiovasculares (ECV) en más de 18.000 adultos españoles durante 10 años. Se asignaron una serie de puntos a distintos ítems de cada modelo de dieta, cada aumento de 10 puntos en la hPDI se asoció con un riesgo un 14% menor de muerte por cualquier causa y un 37% menos de riesgo de muerte por enfermedad cardiovascular. Entre los que seguían la dieta menos saludable (uPDI) no se encontraron asociaciones significativas respecto a su riesgo de mortalidad. Es decir, la gente de España que consume una dieta vegetariana poco saludable, no tiene mayor riesgo de mortalidad cardiovascular por esa causa.
Volviendo específicamente al ictus: el mismo año se publica una revisión sistemática y metaanálisis que revisa 17 estudios prospectivos epidemiológicos con cerca de 93.000 participantes seguidos durante aproximadamente 12 años y concluye que el riego de ictus hemorrágico, isquémico e ictus total es más bajo cuanto más elevado es el consumo de dietas vegetarianas o bajas en productos de origen animal, y relativamente más alto cuanto mayor contenido de alimentos de origen animal hay en la dieta. Señala como especialmente protector el consumo de fruta, que tan a menudo vemos aún demonizar injustamente.
Imprescindible señalar también un trabajo que podría servir para entender mejor los resultados del EPIC-Oxford de 2019 en población británica: se trata de un estudio que investigó los efectos de los ácidos grasos poliinsaturados omega-3 y omega-6 en las enfermedades cerebrovasculares, específicamente en los accidentes cerebrovasculares mortales. La mayoría de los estudios anteriores se habían centrado en los omega-3 de origen marino, pero el objetivo de este estudio fue examinar los efectos del omega-3 total, incluidas las fuentes de origen vegetal, para ello se usó una conocida cohorte que sigue una dieta básicamente vegetariana: la cohorte prospectiva del Adventist Health Study 2, que incluye unas 96.000 personas.
Los resultados mostraron que una mayor ingesta de omega-3 totales (siendo los vegetales los predominantes en esa cohorte del AHS-2) se asoció con un menor riesgo de accidente cerebrovascular mortal, mientras que una mayor proporción de omega-6/omega-3 se asoció con un mayor riesgo. El efecto nocivo de la proporción de omega-6/omega-3 siguió siendo estadísticamente significativo incluso después de ajustar los omega-3 totales o los omega-6 totales, lo que sugiere su importancia en la investigación de las enfermedades cerebrovasculares.
¿Podría ser que la dieta de la cohorte del EPIC que alimentó tantos titulares en 2019 tuviera una proporción alta de omega-6? Es algo que habrá que investigar más para poder darle respuesta.
En 2023:
Y llegamos al año pasado, donde también hay cosas muy interesantes que contar:
Empezamos por una revisión sistemática y metanálisis sueca, publicada en el European Journal of Nutrition queanalizó el riesgo de sufrir diferentes eventos cardiovasculares, entre ellos el ictus, en población vegetariana y vegana. Contando con una muestra de más de 844.000 personas. Este trabajo es especialmente relevante porque ya incluye en su revisión el controvertido paper del EPIC-Oxford del que hablábamos al principio, así como otros trabajos posteriores entre ellos el de Baden que hemos comentado más arriba y un trabajo taiwanés que concluyó que la dieta vegetariana estaba claramente asociada a menor riesgo de ictus en esa población.
Recordemos que el mismo equipo investigador del EPIC-Oxford insistió en la necesidad de revisar los resultados en otras poblaciones y ese trabajo asiático es un buen ejemplo de ello.
Volviendo al trabajo sueco, en la primera imagen podemos ver el riesgo relativo de ictus total según los trabajos previos analizados (cuanto más a la derecha de la línea vertical está el cuadrado, más riesgo y viceversa). Os marco el paper de los titulares alarmantes de 2019 en rojo:
Y también el riesgo relativo separado por los dos tipos de ictus: el isquémico (cuando se obstruye el vaso sanguíneo cerebral) y el hemorrágico (cuando se rompe el vaso). Aquí vemos de manera clara la diferencia de resultados entre las cohortes taiwanesas (os las marco en azul) y las británicas (de nuevo en rojo):
El estudio indica que las dietas vegetarianas se asocian con un menor riesgo de enfermedad cardiovascular y cardiopatía isquémica en comparación con las dietas no vegetarianas, sin embargo, la asociación entre las dietas vegetarianas y el riesgo de ictus no fue significativa. Se propone, además, que las dietas vegetarianas deberían tenerse en cuenta en las pautas dietéticas para reducir el riesgo de enfermedad cardiovascular y cardiopatía isquémica, pero que se necesitan más estudios para aclarar la relación entre las dietas vegetarianas y el riesgo de ictus.
A mitad del año pasado, otra revisión sistemática repasó el impacto de la intervención nutricional en el riesgo de ictus, concluyendo que incorporar cereales integrales, frutas, verduras, aves, frutos secos y aceites vegetales en la dieta, junto con una reducción del consumo de carbohidratos refinados, carnes procesadas y bebidas endulzadas con azúcar, puede reducir en un 33% los eventos cardiovasculares. Como vemos, salvo por la carne de ave, el resto de alimentos protectores son vegetales.
¿Qué conclusiones podemos sacar de todo esto?
Ningún trabajo posterior ha confirmado los datos del estudio de 2019, con lo que si aplicamos una visión global, no se puede afirmar que las personas vegetarianas tengan mayor riesgo de sufrir ictus que las no vegetarianas, más bien tienen menos según su tipo de dieta (más o menos rica en omega 3 y pobre en omega 6, más o menos rica en frutas y verduras) o su zona de residencia (más riesgo en UK que en Taiwan, obviamente relacionado con las condiciones de vida y alimentación en ambos territorios) o se quedan en tablas ¿Que si ha habido titulares de prensa anunciando las conclusiones de todos estos trabajos a bombo y platillo? Ni uno que yo recuerde.
Y ojo, que nos hemos centrado en estudios que se referían específicamente al riesgo de ictus o que lo tenían en cuenta de manera diferencial frente a los eventos cardiovasculares generales (salvo con el estudio español), no en la salud cardiovascular en general en población vegetariana, tema para el que tendríamos datos para rato.